Centro Ecoturístico y de Aventura Miguel Colorado
Los ejidatarios de Miguel Colorado han convertido el área alrededor de dos grandes cenotes en un parque que los sentidos agradecen. Aquí todo son árboles y senderos. Caminando entre hojas se llega al Cenote Azul y mirarlo emociona. Un pequeño muelle acumula los kayacs que pueden ser usados para deleitarse con el inmenso silencio del cenote. También es posible sumergir el cuerpo en ese paisaje de agua o atravesarlo volando desde una tirolesa de 240 metros de largo y 80 metros de altura. Y si los pies continúan andando, se encuentran con un mirador y el Cenote Los Patos, al que no puede accederse, pero no significa otro gran regalo para la vista.
Entre los árboles que pueblan los senderos de Miguel Colorado hay una pareja especial, se trata del chechén y del chaká. El primero quema e irrita la piel de quien entra en contacto con su corteza; el segundo, la alivia. Y esa curiosa forma que la naturaleza tiene de hacer crecer muy de cerca la enfermedad y el remedio, hizo que los mayas incorporaran esta mágica dupla en sus leyendas.